PATRIMONIO

RUTE: El descenso de las aguas del Pantano de Iznájar permite descubrir un importante yacimiento arqueológico romano

Para Andrés Adroher, profesor de Arqueología de la Universidad de Granada, es un yacimiento “espectacular”, “un centro de producción que constata cómo se articulaban el Guadalquivir y el Genil en torno al aceite de la Bética entre los siglos I y V”.

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photo_camera Un momento de la visita del alcalde de Rute y presidente de la Diputación, Antonio Ruiz, al yacimiento

En Rute hubo un asentamiento romano donde se molturaba aceite. Se ha confirmado con los hallazgos que está dando a la luz el Pantano de Iznájar. Una vieja máxima dice que el mar devuelve todo lo que no es suyo. En un contexto doméstico, de interior, la sequía está obligando al embalse a devolver lo que perteneció a otras épocas. Desde el verano se han convertido en “lugar de peregrinación” la escalinata y los restos del viejo cortijo “La Viudera”. El bajo nivel de las aguas afloró los vestigios de aquel “paraíso perdido”. Y es que, antes de ser el mayor embalse de Andalucía, en su extensa superficie se cultivaron las mejores frutas, hortalizas y verduras de la comarca.

Muchos siglos atrás, los habitantes de la zona se dedicaron a otros menesteres. También se suele decir que algunos de los más valiosos descubrimientos han ocurrido de forma casual. Fruto del azar, de “un paseo de domingo”, ha sido éste, a orillas del paraje del “Pamplinar”, en el término de Rute. Lo recuerda Susana Ramírez, arqueóloga del Centro de Investigaciones Históricas y Arqueológicas de Iznájar (CIHAI). Se trata de un yacimiento romano dedicado a la producción de aceite. Lo datan entre el siglo III y el IV d.C. Con ella trabajan una decena de personas, excavando y recopilando material para su estudio en un laboratorio, además de sondear la extensión total de la almazara.

Para Andrés Adroher, profesor de Arqueología de la Universidad de Granada, es un yacimiento “espectacular”. No lo es desde el punto de vista monumental, ya que se trata de “un centro de producción, no un sitio donde se vive”. Que nadie espere ver “estatuas ni mosaicos”. Sin embargo, sí constata cómo se articulaban el Guadalquivir y el Genil en torno al aceite de la Bética, del que Roma “vive entre los siglos I y V”. Es el tercer resto de este tipo en la Península y no muy lejos, en el Cerro de la Mezquita, hubo otro asentamiento. Adroher no descarta que ahí “se controlara la productividad de la zona”. Según la información que se recopile, se podría saber más de la cantidad y calidad del aceite “y la capacidad tecnológica para producirlo”. Además, el hallazgo sitúa a Rute en un lugar “esencial” para entender “la comunicabilidad del Guadalquivir con Roma”.

La Diputación está costeando la excavación. Como presidente de la institución y alcalde de Rute, Antonio Ruiz cree que este “viaje por la historia” da pie a comprobar cómo los romanos ya trabajaban un producto tan actual como el aceite. Cuando los miembros del CIHAI, a través de la concejala de Cultura iznajeña, Isabel Lobato, contactaron con Ruiz, no se dudó en acelerar los estudios, conscientes de que la lluvia, por ahora poco probable, volverá a sumergir este vestigio. Mientras llega ese momento, la concejala de Cultura ruteña, Ana Lazo, ha adelantado que se quiere organizar una jornada de puertas abiertas para que quien lo desee vea el trabajo que se está haciendo en el yacimiento.