PATRIMONIO

El alcalde de Lucena no descarta que los terrenos de la ciudad íbero-romana de Morana puedan ser adquiridos este año

La Consejería de Cultura ha autorizado en los últimos días la segregación de los suelos con valor arqueológico del resto de la finca, lo que podría adelantar una compra prevista por el Ayuntamiento de Lucena para los años 2023 y 2024

<p> Ciudad ibero-romana Morana en Lucena </p>
photo_camera <p> Ciudad ibero-romana Morana en Lucena </p>

El alcalde de Lucena Juan Pérez, ha confirmado hoy el visto bueno de la Comisión Provincial de Cultura y Patrimonio de la Junta de Andalucía a la segregación de los terrenos del yacimiento ibero-romano de Morana –con presencia desde Bronce final, en el siglo VIII (a.C.)– del resto de la finca en la que se encuentran.

Este trámite, solicitado en su día por el consistorio lucentino como paso previo a la adquisición de los suelos, faculta al propietario a vender solo los terrenos arqueológicos, declarados Bien de Interés Cultural, manteniendo los restantes.

Juan Pérez ha indicado hoy que, "ahora lo primero será volver a hablar con el dueño de los suelos para conocer si mantiene su oferta inicial y las condiciones de pago". El regidor lucentino ha recordado que los Presupuestos Municipales para 2022 recién aprobados no incluyen ninguna partida para este fin, y emplaza la compra a los años 2023 y 2024, con una inversión de 120.000 y 111.622 euros respectivamente –231.622 euros en total–. No obstante, Pérez ha mostrado su disposición a "estudiar" si podría acelerarse la compra "y aportar algo en 2022". En cualquier caso, previamente será necesario realizar un nuevo informe de tasación y actualizar los informes técnicos.

Situada en la carretera de Jauja, y catalogada como Bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía, la adquisición y puesta en valor de esta fortificación íbero-romana, que se extiende sobre una superficie de unas 15 hectáreas, está en la agenda del Consistorio lucentino desde hace décadas y el consistorio incluso llegó a plantear una posible expropiación. La positiva experiencia que ha supuesto la puesta en valor de otros yacimientos similares en el sur de la provincia como Torreparedones en Baena, el Cerro de las Cabezas en Fuente Tójar, Cerro de la Cruz y El ruedo, en Almedinilla, o la villa romana de Fuente Álamo en Puente Genil, animan al equipo de gobierno a retomar nuevamente este viejo proyecto.

El ayuntamiento llevó a cabo en 2006 el deslinde de los terrenos, la planimetría de la zona y la valoración económica de los cuatro sectores en los que se divide e inicio un expediente de segregación para facilitar un acuerdo con los tres propietarios de esta zona arqueológica, aunque la mayor parte del terreno corresponde a un solo dueño, residente en Córdoba, con el que ya se han mantenido conversaciones y existe un  principio de acuerdo e incluso la posibilidad de obtener facilidades de pago para satisfacer el importe final de los suelos en varios plazos.

Juan Pérez ha indicado que sería interesante poder cerrar esta compra, tanto por el valor histórico y patrimonial de los terrenos como por su componente paisajístico y de ocio y las oportunidades que ofrecería para el turismo en los próximos años, una vez excavado. Par ello se podría contar con escuelas-taller, talleres de empleo, personal de programas de empleo como el Emplea Joven o campamentos de verano. 

El paraje de Morana, situado cerca del río Anzur, cuenta con 1,2 hectáreas correspondientes a la necrópolis, ocho de la ciudad íbera de Morana, cuatro del cerro Acebuchoso, así como un bosque mediterráneo anexo.

El consejo de gobierno de la Junta de Andalucía declaró el 6 de marzo de 2000 como Bien de Interés Cultural, con el rango de Zonas Arqueológicas, los restos “Las Laderas de Morana”. El yacimiento responde a un modelo de fortificación en lugar elevado muy característico de la población protohistórica del valle del Genil. Aunque no se han encontrado huellas arquitectónicas anteriores a la presencia íbera, los restos cerámicos recogidos permiten datar la primera ocupación del enclave en la época tartésica. Del período ibérico han quedado vestigios de una doble línea de muralla y de un baluarte defensivo, a los que se suman otros hallazgos procedentes de la ocupación romana como cisternas, tumbas hipogeas, un almacén y otros elementos constructivos.